viernes, 17 de agosto de 2007

Rene Araos, Pabellones


Quien eres tu”, dijo la Oruga. Esta pregunta no era muy prometedora para iniciar una conversación. Un poco avergonzada, Alicia contestó: “Yo…ahora, casi no lo sé, señora. Al menos, sé quién era cuando me levanté esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces.” “¿Qué quieres decir con eso?”, dijo severamente la Oruga. “¡Explícate!”. “Me temo que no puedo explicármelo ni yo misma, señora”, dijo Alicia, “porque, como ve, yo ya no soy yo misma.” “No, no veo”, dijo la Oruga. “ Me temo que no puedo decírselo más claro”, contestó Alicia muy educada, “porque, para empezar, ni yo misma lo entiendo. Y además es bastante confuso cambiar tanto de tamaño el mismo día”. “No, no lo es”, dijo la Oruga. “Bueno, quizá a usted todavía no se le parezca”, dijo Alicia, “pero cuando se convierta en crisálida…, ya sabe usted que ese día llegará…, y después en mariposa, supongo que todo le parecerá un poco raro, ¿no?”. “En absoluto”, contestó la Oruga. “Bien, quizá usted ve las cosas de otra manera”, dijo Alicia. “Lo único que sé es que a mi sí me parece”. “¡A ti!”, dijo la Oruga con desprecio, “y ¿Quién eres tú?”

Lewis Carroll. “Alicia en el país de las maravillas”

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